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Tierra trágame. Pero muy poco.

By 20:06 , , ,


Es bueno saber reírse de uno mismo, tomarse la vida con humor. Es saludable y nos hace crecer como personas.
Por eso, me muero de risa y me duelen los abdominales desde hace 10 minutos, al pensar en lo que me acaba de pasar...





Me disponía a dar el primer paseo de la mañana con mi lobito y, lo primero que hizo fue hacerse pipí en el ascensor.... Y no poco señoras y señores. Por lo que me tocó limpiarlo antes de seguir con el paseo matutino. Bien empezamos...





Pero, por si no fuera poco, tras comprar el periódico y meterme en el ascensor de vuelta, me miro en el espejo y observo que llevo un bigote negro que para sí quisiera Groucho Marx y dos rayas en una de mis mejillas cual indio jíbaro producidas por mi manía de tocarme la cara y tener las manos manchadas de negro por la tinta del periódico.
Lo que no comprendo es por qué ninguno de los vecinos con los que me crucé me advirtió de la existencia de mi negro bigote sobrevenido.
Jajaja... me parto!!! Me ha gustado mi experiencia bigotil!!!





Imagino la imagen de una mujer con bigote negro zahíno y dos rayas negras en mejilla izquierda taconeando periódico en mano con garbo pensando en sus cosas....
Que si no se me olvide comprar las pilas, que si voy a ponerme en cuánto llegue a casa con el paté de berenjenas, que si qué calor hace, que si no me apetece hoy playa....
Y me parto al visualizar la escena!!!




En mi camino de vuelta a casa al menos saludé a cinco vecinos y conocidos con los que habitualmente me cruzo en mis paseos perrunos matutinos.
Cinco, señores y señoras, nada menos que cinco... Incluso me paré a comentar el calor que hacía y lo bien que se está en la ciudad en verano, como a mí me gusta.




Pero  ninguno. Nadie me advirtió de mi negro bigote sobrevenido, de mis rayas negras en mejilla izquierda provocadas por manchas de tinta de periódico y mi manía de tocarme la cara constantemente.




Esta anécdota me ha hecho reflexionar acerca de lo importante que es sentirse humano cada día. De no perder la humildad ni la noción del tiempo, de lo verdaderamente importante.
Nadie es perfecto y yo lo sé muy bien.
Hasta el que se cree divino de la muerte, es de carne y hueso y comete errores a diario, quiera o no quiera.




Las situaciones " tierra trágame " han sido una constante en mi vida. No sé en la de los demás... Imagino que todos tenemos alguna historia humillante que contar.
Recuerdo especialmente una en la que me puse de todos los colore del arco iris... Quise que la tierra me tragase y, por supuesto saqué enseñanza... Nunca máis!!!





La situación en cuestión fue la siguiente....
Encontrarme a una vecina con multitud de hijos, por encima de cinco....
Verla con un vestidito negro monísimo de talle alto y una barriga redonda y oronda de embarazo a término. Repito : redonda y oronda era la susodicha barriga.
Tocarle la barriguita en dulce gesto cariñoso y darle la enhorabuena por el inminente nacimiento preguntándole a continuación el sexo del siguiente bebé, que ya iban cinco......




Pues no había bebé inminente señoras y señores, no lo había...
Tierra trágame!!!!
Lo que había era una gordura absolutamente igual a un embarazo de 17 meses y mi deseo de que la tierra me tragase por no saber salir de esa situación embarazosa.
Cómo pude ser tan imprudente??
Jamás daré la enhorabuena a nadie por su futura o inminente maternidad hasta que vea un bullicioso chiquillo con el chupete puesto en su cochecito. Jamás!!!




Otro momento en que quise que la tierra hiciese "glup" conmigo fue aquel día en el que me puse los primeros tacones que mamá me compró y quise sentirme mayor.
Javier era nuestro entrenador de balonmano y la razón fundamental por la que una veintena de chiquillas quinceañeras de un colegio de monjas jugásemos al balonmano y pusiésemos nuestro máximo empeño en colar la pelotita en la portería contraria...




A la mayoría de nosotras el balonmano nos la traía al pairo, la verdad.
Pero Javier, aquel chico mayor que nos entrenaba tres días a la semana y nos acompañaba a los partidos de sábado y domingo....
Eso era harina de otro costal!!!
Todas queríamos sentirnos mayores, ser las máximas goleadoras y hacerle saber que de niñas nada, ya que éramos mujeres con tacones...





Pero la realidad era que mi madre me compró mis primeros tacones con apenas 15 años y yo me enamoré de esos zapatos con tapas metálicas que  no sabía utilizar y me ponía constantemente.
Javier se reía de mí porque el zapato se deslizaba sobre la acera por libre, provocando un ruido que él calificaba como "ya viene el pato mareado" y a mí me ponía roja y deseaba que la tierra me tragase cada vez que aquella tapa metálica se deslizaba por libre por la acera provocando aquel ruido delator de mi inexperiencia...





Lo solucioné practicando. Pocas mujeres tienen el "dominio tacones" que yo tengo, eso... Es así!!!
Aquella frase que me puso la etiqueta "pato mareado" hirió mi orgullo adolescente. Qué ternura me provoca recordarlo!!! Y qué estupidez es a veces el enamoramiento juvenil!!! Y el maduro en muchas ocasiones, por supuesto!!!




De todas las situaciones "tierra trágame" que la vida nos regala podemos sacar enseñanza.
De todas podemos aprender comportamientos que no debemos repetir.
Eso es la vida, ni más ni menos.




Infeliz aquel que no sepa reírse de sí mismo y de las situaciones "he metido la pata hasta el fondo" y rectificar, pedir disculpas, aprender y... 
Bajarse del pedestal soy perfecto, soy divino, nada puede destruir mi imagen "chic".




Recuerda que eres hombre. Eres frágil y tu soberbia no te va a librar de una enfermedad incurable, de un traspiés insalvable ni de volver a la tierra de dónde todos hemos salido supuestamente.
"Tierra eres y en tierra te convertirás".
Eso pienso con una sonrisa de medio lado cuándo veo tanta tontería y tanto tonto pululando por este mundo nuestro.
Aprovechemos la vida y el momento que se nos regala cada día y sepamos ser humildes y generosos. Sepamos reírnos de nuestra fragilidad humana y aprender de nuestros errores. "Carpe diem".

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