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Mujer con mayúsculas.

By 17:38 , ,

Mujer con todas las letras, mujer con mayúsculas, madre de siete hijos y esposa.
Te recuerdo con tus vestidos de flores, el pelo ondulado, los ojos alegres, expresivos, la sonrisa pintada en tu cutis de porcelana.
Mujer todoterreno. No parabas un segundo. Siete hijos no se crían estando tumbados al sol.
Echo mi vista atrás y te recuerdo entre pucheros y cacerolas, con tu delantal puesto y una cuchara de palo entre las manos.




Siempre "fabricando" delicias que los nietos devorábamos sin pestañear.
¡Qué daría yo por saborear de nuevo tu guiso de pollo con pasta y guisantes del huerto!
Cuidabas los animales, que no faltase de nada en la casa, flores frescas en los jarrones y que el patio luciese ordenado y reluciente.
Ropa limpia y planchada, despensa ordenada, casa limpia y sin enredos... Mujer todoterreno.
Siempre rodeada de plantas y flores. recuerdo los parterres de margaritas, los más bonitos que he visto, tan bellos como tú.




No te gustaba vestir de negro. Siempre colores alegres, flores, lunares... Y eso no siempre era bien entendido en un pequeño pueblo de la Galicia profunda, dónde las mujeres vestían pañuelo, ropa oscura y medias, enlazando un luto con el siguiente...
Tú eras la flor más llamativa y bella en ese campo.
La risa, el color, la alegría, el brillo. Imposible no reparar en tí, por guapa, distinta, especial...
Tu jardín era el más divertido. Caballos, cabras, pavos, cerditos, ovejas, perros...
El lugar dónde todo niño sueña estar.
Aquellos veranos de primos, risas y juegos hasta la madrugada...
Correteos al sol con las bicicletas. las rodillas llenas de "pupas" de tanto caernos y volver a levantarnos, para caer de nuevo.




Soportabas las travesuras con el ceño fruncido y por dentro partiéndote de risa... Abuela!!!
Querida abuela. Nunca pude darte las gracias por tantos años felices, por tanta dedicación.
Y cuándo quise hacerlo, cuándo caí en la cuenta de lo que habías supuesto en mi vida...
Ya estabas en tu sillita de ruedas, con una muñeca en la mano y la mente de una pequeña chiquilla, perdida en sus fantasías.
Cuándo iba a verte ya no me recordabas y si me vestía de negro, me mirabas con desagrado y torcías la cara. ¡ Qué poco te gustaba ese color!
Te tocó vivir esa época en la que "ellas" estaban siempre en segundo plano, criando a los hijos que el "Señor" mandase y obedeciendo sin chistar al "señor" de la casa.
El caso es que siempre hubiese un "señor".
Con el tiempo comprendí que no habías sido feliz.
Te enfrentaste a las críticas y miradas de soslayo de la cruel sociedad rural gallega.
Poniéndote el mundo por montera, te atreviste a comenzar una nueva vida sola, cuándo ya peinabas canas hacía tiempo y considerabas que a nadie podías perjudicar.
Decidiste cortar la cuerda, librarte del yugo, decidir, ordenar, elegir por tí misma.
Merecías esos años para tí, después de toda una vida dedicada a los demás.




Echo la vista atrás y te comprendo muy bien abuela.
Cómo me hubiese gustado apoyarte.
Sólo pude llevarte una caja de esos bombones que te gustaban tanto y sentarme frente a tí mirándote a los ojos.
Quise decirte con la mirada tantas cosas abuela... Y así lo hice.
Me mirabas sin reconocerme, sin entender.
¿Quién sabe si en uno de esos chispazos de lucidez pudo llegar a tí algo de lo que te dije?
Esa fue la última vez que te ví.
Una niña grande con su piel blanca surcada por los años y todavía tersa y bella.
Los rizos de plata sobre los hombros y tu muñeca en la mano...
Una princesa sentadita en su trono, comiendo bombones de chocolate blanco.
Carreteras de lágrimas sin descanso en mis mejillas.




Pero no abuela.
Prefiero recordarte con tu vestido de flores, bella, sonriente, mirando a la vida de frente, "materfamilias" gallega, de pura cepa. Mujer con mayúsculas en un tiempo en el que era difícil serlo y alzar la voz. 
Quisiera ser como tú abuela, una mujer con todas las letras, una mujer con mayúsculas.

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